martes, 21 de abril de 2015

Give me the time, give me this moment.

Todo esto no va a desaparecer cuando termine. Simplemente se quedará ahí, 
en el saco de los recuerdos. 
Teniendo en cuenta de que todo lo que pasa, 
todo lo que hacemos, todo lo que vivimos y por todo lo que pasamos, 
no es humo.
El humo aparece y se desvanece. Pero esta experiencia, no es tan solo humo. 
Es mucho más. Es una cantidad, en tiempo, de sucesos, de idas y venidas, de esfuerzo, de llantos que acaban amainando gracias al día a día. No es más complejo que esto. El transcurso del tiempo,
el que nos da la experiencia, la experiencia que, sí, se hace irrepetible, 
como todo en esta vida. Como todo lo que pasa,
como cualquier error o acierto. Vivimos, guardamos y seguimos. 
Y con el tiempo, ay, el tiempo... Que tanto enseña, que tanto daña y tanto ayuda a su vez.
¿Cuántas cicatrices curamos gracias al tiempo? ¿Cuantas cosas aprendemos gracias al tiempo?
Por eso, no importa el lugar, solo importa el momento. Los momentos, en dondequiera que sea,
acompañado de quien sea.
Eso es lo que permanece, dentro de uno. Hasta el final de los días.
Y si algo acaba, hay que mirar hacia el frente y continuar, 
para atrapar más momentos, muchos más. Incansablemente,
millones de momentos que se quedarán inscritos.
Concluyendo,
solo pido que la vida me siga dando momentos,
yo me encargaré de atraparlos, vivirlos y guardarlos aquí. 

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