Podría empaquetarlo todo pero no serviría de nada si sigue existiendo lo mismo que me hizo en otras ocasiones tomar un avión y dejar todo de nuevo, empezar de 0 de nuevo, aquí... luego allí, pero acabando siempre aquí.
Todo esto se convertía en una tortura apagada, que no dolía, no rasgaba ni si quiera se manifestaba, pero... algo dentro de mí a veces sacaba ganas y recuerdos... No sabía explicar el porqué, mas yo tampoco entendía como podían surgir imágenes de bienestar irreales cuando el tiempo, la gente y la distancia dolía más que mil puñales en el cuello. No entendía como recreaba situaciones ficticias que acababa creyendo como realidades para que volvieran esas ganas. Y lo conseguía, sin darme cuenta de que nada era así, que era duro, frío y bastante exasperante.
Digo yo que serán como los sueños bonitos que recordamos, y las pesadillas que olvidamos por completo y al final... queda lo bueno, de todo.
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