por sufrir.
La de ocasiones en las que nos hundimos, dejamos de nadar entre tanto sin darnos cuenta de que la orilla estaba allí, a dos brazadas.
¿Cuántas cosas rechazamos por miedo al fracaso? Cuántas personas perdimos por orgullo,
por inseguridad...
Y la de sueños que no alcanzamos y llegamos a olvidar...
Hoy algo cambió.
Aprendimos a bailar bajo la lluvia, que cuando se va y no vuelve, nunca mereció la pena.
Y si está lejos, si no lo ves, si no se deja ver... No es más que un fantasma.
Dejó de existir.
Quizás, algún día, en otro momento,
en otras circustancias,
o quizás nunca. Bueno, como Disneyland, supongo.
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