Cuando eres feliz, o simplemente cuando quieres serlo, aprecias más los pequeños detalles.
Saboreas más el café, cierras los ojos cuando te sopla el aire en la cara, miras más detenidamente los edificios bonitos o simplemente disfrutas más cada instante y con ello a cada persona.
Leí que la felicidad no es algo, sino algún lugar, con alguna persona. Que tu casa no es el lugar donde te crías sino el lugar en el que encuentras tu hogar. Que no hay que tenerlo todo para ser más, y que si le sonríes a la vida, esta te sonríe.
Y que últimamente sobre valoramos demasiado, cosas sin valor. Y que lo que realmente vale lo aparcamos. Un buen libro,
la buena música, escuchar un bonito idioma
esfuerzo y constancia en algo.
Ya no regalamos rosas, los "te quiero" se intuyen entre corazones por Whatsapp.
Ya no abrazamos de la misma manera, vale más bailar reggaeton en una discoteca con alguien desconocido.
Por no decir, que los besos perdieron valor desde que existe la web cam.
Quizás el problema es que el más, ha hecho menos, cuando... debería ser todo lo contrario.
Cuanto menos, más.
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