martes, 23 de agosto de 2016

Ecoute

Creen que no siento porque no hablo de mis sentimientos. Creen que no tengo corazón porque nunca se lo muestro y también creen que soy fría tan solo porque no le lloro a los problemas. Y de todas sus creencias, ni una es cierta.
Un día alguien me dijo: "deja ver de ti solo lo que creas conveniente...", y yo decidí dejar ver mi sonrisa...Si ésta un día desaparecía de mi rostro la maquillaba de enfado, nunca de tristeza ni debilidad. Otro día me dijeron: "no dejes que nadie te pise, pues acabaras por hundirte" y desde aquel día decidí mostrarle mi sonrisa solo a quien se la ganara, a quien no, mostré fiel indiferencia.Y así creí que estaba a salvo... Pero cuando creía que el camino era de rosas, alguien a quien le regalé mi sonrisa, la destrozó, y por más que quise maquillarla de rabia, las lagrimas brotaron... En ese instante, alguien se acercó y me aconsejó: "no te fíes de nadie, porque hasta tu propia sombra te abandona en la oscuridad...", tras escuchar eso, las lagrimas pasaron a convertirse en decepción, una decepción seca y fría. Entre esa frialdad, dejé de sonreír, creí que lo más sabio sería mostrar mi cara más seria, así todo el mundo vería lo fuerte y dura que era y nadie se atrevería a hacerme daño... Con ello, al cabo de un tiempo, empezó a acercarse gente que ni si quiera conocía, dándome de más sin yo pedir nada pero yo nunca les devolvía nada. Pasaban los años, y veía como esa gente a la que yo no daba nada seguía dándome y dándome sin pedir nada más que una sonrisa de mi boca...Y poco a poco, ese muro desapareció y volví a sonreír. Pero hay algo que quedó de todo aquello, y fue la promesa que me hice un día: por más bien que te hagan sentir, no desveles tus sentimientos reales, deja que disfruten de tu compañía, una compañía alegre y fiel. Ofrécele una sonrisa a quien aguante diez caras de indiferencia antes y no se vaya.



                                                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario