domingo, 22 de abril de 2018

Regarde timide

Me gustan las sensaciones. Esas que ya conozco, que no controlo y que me hacen sonreír.
Me gusta cuando un momento me hace sentir como en algún otro momento, hace mucho tiempo.
Me chiflan los ojos al sol y cerrar los ojos, y que ese olor me lleve,
por arte de magia, a un lugar donde me siento en paz.
Me encanta escuchar una y otra vez la misma canción, hasta hartarme, pero nada me hace 
sentir más la piel de gallina que oír de nuevo una canción de hace mucho tiempo,
y notar como todo vuelve a ser.
Me gustan los susurros al oído y, más, gritar cuando llego a la cima. 
Me gustan las miradas tímidas. Me pierden las personas con las ideas claras,
y las que pierden la cordura como si nada.
Me matan las caricias, pero no las que todo el mundo cree. Las caricias con una mirada, esas,
me vuelven loca.
Me gusta la poesía, y leer, entre líneas y no, a las personas
que son poesía también.
El francés me enamora, y las tardes de primavera. El piar de los pájaros de fondo.
Me quedo con el atardecer, pues prefiero dormir mientras amanece.
Me apasiona el mar, el olor a vainilla.  Me gusta pasar desapercibido,
aunque, a decir verdad, no me gusta seguir modas.
Me vuelve loca el olor a tierra mojada, el café por las mañanas, las tormentas de verano.
Viviría eternamente a 25º y, no cambiaría por nada, mi mitad sarda.
También adoro las flores, de colores, de mil tonalidades.
Soy más de noche que de día, siempre fue mi musa. 
Prefiero aprovechar el día, viajar de madrugada y salir a correr.
Soy de pocas palabras con quien no me conoce, borde, rara, antipática, e incluso, sobrada.
Hasta que alguien me llega y todo eso cambia.
Me gustan las hogueras y viajar en barco me trae tantos recuerdos de infancia
que es imposible no amarlo.
Me apasiona escribir, porque sí, para nadie. Escribir lo que siento y lo que no,
escribir para mí...pensar en papel.


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