viernes, 28 de diciembre de 2018

Hoy caminando.

Hoy, caminando por Praga, me dí cuenta de que aquí ahora es todo como allí antes.
Siguen habiendo de esas tiendas donde entras y tienen que atenderte, donde no coges lo que quieres y pagas, sino que tienes que hablar por narices con el dependiente.
Y entonces, me dí cuenta de que al no saber checo y probablemente la señora de la caja de esa papelería de toda la vida, a su edad, no tuviera ni pajolera idea de inglés, iba a ser tan odisea todo, que decidí pasar de largo.
Y yo que solo quería entrar para comprar un cuaderno Din A4 para crear mi propio calendario para este año 2019, ya que, no suficiente con eso, un rato antes entré en la típica tienda de Kodak (de esas para imprimir fotos y hacer álbumes), donde también te tiene que atender el dependiente de la caja, razón por la cual también tuve que salir de la tienda a mitad de la cola.
Es como volver a los años 70, bueno, diré a los 90, porque a decir verdad, tampoco hace tanto que todo era tan así, tan humano, tan original, tan personal.
Aquí es todo un poco más como antes, incluso pasé por delante de una peluquería y seguían decoradas estilo vintage, bueno, "decoradas estilo vintage" porque en realidad llevan con esa decoración desde hace años y parece que se ha vuelto a poner de moda el estilo del cual ellos nunca han salido.
Dando una vuelta por esta bellísima ciudad que lucha entre el pasado y la globalización he encontrado tantos contrastes, que me quedé un poco en el limbo.
Estaba caminando sin rumbo y de repente vi una tienda que por la apariencia, según yo era una librería de estas antiguas. Al entrar, me di cuenta de que no, era una tienda en la que solo vendían mapas, mapas de todos los sitios del mundo.Sí, de TO-DOS, clasificados por continente, país, ciudad, pueblo,etc. Estanterías llenas de planos, de guías turísticas y, como todo el mundo se puede imaginar, la tienda estaba vacía, exceptuando dos personas de unos 40-50 años que se encontraban en el interior un poco sin saber lo que buscaban, como yo, que salí a los 5 minutos. Y bueno, claro, al salir iba pensando ¿habrá gente que sigue comprando mapas/guías a día de hoy? Pues, sí, Google Maps se ha comido esa necesidad también, ¿o no?.
En el trayecto hacia ninguna parte, 100 metros más adelante, al lado de la discoteca donde salí unas noches atrás, vi un callejón al que se accedía por un arco de piedra de esos que ni siquiera se han molestado en retocar a pesar de estar medio cayéndose. No sabía lo que me iba a encontrar dentro, la verdad es que entré por inercia y curiosidad. Y allí estaba, una bonita iglesia, a la cual, lógicamente, decidí entrar, y, fascinada por la belleza de la misma me quedé embobada mirando cada detalle durante unos 15 minutos. Había un ambiente tan tranquilo, la iglesia era luminosa, pues el techo era de cristal y entraba la luz del sol que daba gusto. Vamos, yo pensé, cualquiera que entre aquí tiene que quedarse asombrado de esta maravilla; hasta que me di cuenta de que había gente que solo entraba para sentarse y ponerse a mirar Instagram, Facebook, etc. Sí, sí, durante los 20 minutos en los que estuve mirando cada detalle de ese precioso edificio, había gente que ni siquiera se inmutaba y que no iban más allá de la pantalla de su móvil.
Entonces, un tanto indignada, decidí salir de allí, pensando en la imagen que muchas veces damos sin darnos cuenta. A ver, que es mejor no darle importancia a lo que el resto piense, pero muchas veces se nos va de las manos, en general, tanto modernismo, tanta globalización, y en general, tanto avance.

Hoy caminando...me dí cuenta de que tengo que caminar más, que nada abre más la mente y te hace ver las cosas como van y como vienen que salir a ver el mundo en el que vivimos.



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