sábado, 26 de septiembre de 2015

Nothing else matters.

Letras que forman palabras. Agrupación de vocales y consonantes, musicalmente ordenadas...formando secuencias con sentido. No sirven de nada las palabras,
cuando hay sentimientos dentro intentando salir con más intensidad de lo que nunca nadie
ha podido plasmar en el significado de una palabra.
Encontramos entonces un problema, pues no hay manera de hacer entender al mundo, 
ya sea bueno o malo, lo que está gritando dentro de uno mismo. 
Pero...de repente te das cuenta de que no necesitas palabras cuando encuentras unos ojos que entienden sin hablar.
Dejamos de medir la vida por las veces que respiramos, y empezamos a medirla por los momentos en los que nos quedamos sin aliento. Por las veces que con un gesto se paraliza el pecho, el corazón se acelera, que a veces duele, a veces mata. Cuando sientes que alguien se lleva tu alma, o entra tan dentro de tí que la ocupa, sí, el alma... Cuando el día y la noche se solapan y 24h ya no son 24h sino millones de combinaciones y maneras de amar, de sentirte amado, de conquistar, de enamorarte, de pensar y que te piensen, de sorprender, de sentir, sentir y sentir. Cuando deja de importar todo; el tiempo, la distancia, si hace frío o si hace calor, deja de importar el lugar, las condiciones, la opinión del resto y  el resto de cosas que no pueden parar esto...llamémoslo amor.


miércoles, 16 de septiembre de 2015

La vida son momentos, déjalos ir.

La vida está hecha de momentos, los cuales muchas veces detestamos. Como un día lluvioso, lleno de agua, viento y nubes grises. Como esos días en los que perdemos el autobús en nuestra cara, y llegamos tarde y nos echan la bronca. Como cuando nos toca comernos una cola impresionante y llevamos prisa. Como cuando nos quedamos sin entradas para una película de cine o a una persona importante para nosotros le sucede algo inesperado y horrible.
Muchas cosas que nos han pasado a todos en muchas ocasiones, y que la mayoría de nosotros odiamos, porque habitualmente nos arruinan todo el día, y pensamos estar gafados.
Hoy vi una película que se llama "Now is good". Hoy, un día lluvioso, de esos grises que ya he mencionado. Al principio de la tarde estaba bastante disgustada, con un humor de perros, de esos días en los que buscas cualquier motivo para discutir porque sientes que el mundo tiene la culpa de que tengas un día así. 
Al empezar a ver la película, me he dado cuenta de que los días de lluvia dan opción a eso, a que puedas ponerte en la cama, con una mantita a ver una película y que todo por unas horas desaparezca. La película además me ha dado mucho qué pensar, ya que estaba basada en la vida de una chica joven que lleva toda la vida con leucemia. Esta chica al saber que no iba a tener toda la vida como el resto de sus amigos para vivir, decide hacer una lista con todas las cosas que quería hacer antes de fallecer. Y comienza a hacer todas esas cosas que desea, como ir de fiesta, probar drogas, bañarse en la playa de noche, tener una cita...etc. Se me ha quedado grabado algo que dijo cuando por fín vio que estaba haciendo todas las cosas que quería "Ahora me siento viva".  A pesar de la enfermedad, vive el día a día como muchos de nosotros deberíamos hacerlo, sin pensar que todo lo que nos pasa es malo, que podemos buscar muchas otras opciones, que podríamos empezar a vivir cada día como si fuera un día menos y no un día más. 
Podríamos hacer una lista con todas las cosas que queremos hacer, porque a la mayoría de nosotros se nos da toda la vida para hacer un montón de cosas, y nos damos cuenta de que con el paso del tiempo lo que más hacemos es quejarnos, y dejarnos llevar por la rutina... Y hay tantas cosas bellas, tantas cosas por conocer y tantas experiencias por vivir... Cada día es un regalo que se nos ha dado, y malgastarlo puede hacer que nos arrepintamos en algún momento.
Por eso, como dice una frase muy conocida, si llueve...¡¡Aprendámos a bailar bajo la lluvia!!

domingo, 13 de septiembre de 2015

l'automne arrive...au coup par coup

Todavía quedaba algo de aquello, de aquellas ganas de huir. Pero, se iban apagando, le daba motivos para que dejaran de existir, por motivos o en singular. Y otras veces, cuando la soledad tocaba, sentía que esas ganas volvían, se me revolvía algo, mariposas no, escalofríos. Y es que llegaba el invierno, y yo sabía que el invierno no era en Madrid, aunque intentaba convencerme. Pero no era solo convencerme, seguía aquello que tiraba más que el frío del invierno aquí.
Podría empaquetarlo todo pero no serviría de nada si sigue existiendo lo mismo que me hizo en otras ocasiones tomar un avión y dejar todo de nuevo, empezar de 0 de nuevo, aquí... luego allí, pero acabando siempre aquí.
Todo esto se convertía en una tortura apagada, que no dolía, no rasgaba ni si quiera se manifestaba, pero... algo dentro de mí a veces sacaba ganas y recuerdos... No sabía explicar el porqué, mas yo tampoco entendía como podían surgir imágenes de bienestar irreales cuando el tiempo, la gente y la distancia dolía más que mil puñales en el cuello. No entendía como recreaba situaciones ficticias que acababa creyendo como realidades para que volvieran esas ganas. Y lo conseguía, sin darme cuenta de que nada era así, que era duro, frío y bastante exasperante.
Digo yo que serán como los sueños bonitos que recordamos, y las pesadillas que olvidamos por completo y al final... queda lo bueno, de todo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Mientras esperaba, se me pasaban los días.

Ante cielo negro, francés en mi oídos. Melodías de hace tiempo retumban, como el eco en un baúl. Un baúl de recuerdos nunca dichos.
Pero podría relatarte en versos, en prosa o en un idioma desconocido lo que hay aquí dentro. 
Es un muelle, que gira y gira, que a veces se para pero algo vuelve a darle cuerda. Algo con vida o sin ella, quizás yo, quizás el va y ven de la vida. 
Veo las hojas balancearse, el aire frío toca mis brazos, vuelve el invierno, o quizás es solo una racha.
No entiendo porqué a veces queremos tomar decisiones innecesarias si la vida no exige ciertas respuestas.
Alejar, acercar, destrozar...o quizás volver a construir. Dentro de todo este caos, infierno. Dentro de toda esta rutina, parón y... todo vuelve todo a empezar. Y se repite, un eterno retorno. Algo que llega a tope, que toca fondo, que colma, algo que no se puede explicar... Simplemente sucede. Como sucede el día a día,
las estaciones del año, un ciclo. Ciclos de amor, de tensión, de tirar de una cuerda...Tensarla hasta que se da de sí o de repente rompe. 
Al menos, el tiempo cura. Cicatriza actitudes, el tiempo nos enseña que hay veces que es mejor cerrar, salir, correr, romper, olvidar... que cuando tenga que llegar, llegará. Que cuando tenga que dejar de sonar esta melodía, la vida la olvida. Y comienza algo nuevo, un ciclo, un muelle...
Pero la experiencia nos enseñó a caminar sin dar rodeos, sin ir dando tumbos, sin hacer círculos. Al principio el camino tendrá sus curvas, pronunciadas, queriendo volver a un punto ya recorrido pero...La vida nos enseñará a seguir un camino recto, continuo, pasito a pasito.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Fuck time

El tiempo recorre un espacio en vida que no puede estimarse. No puede estimarse su velocidad, por mucho que existan los minutos, los relojes y los horarios.
La velocidad a la que recorre nuestros días, nuestros años, tan solo puede medirse según la fuerza y las ganas con las que vivimos, no tan solo vale existir, no tan solo es válido pasar los días, como si ganáramos por estar aquí. 
El tiempo solo gana valor cuando recorremos a su lado una serie de secuencias que acaban recordándose o dejando huella. Y, normalmente, la mitad de una vida se queda en secuencias sin-sentido, sin valor.