viernes, 4 de septiembre de 2015

Mientras esperaba, se me pasaban los días.

Ante cielo negro, francés en mi oídos. Melodías de hace tiempo retumban, como el eco en un baúl. Un baúl de recuerdos nunca dichos.
Pero podría relatarte en versos, en prosa o en un idioma desconocido lo que hay aquí dentro. 
Es un muelle, que gira y gira, que a veces se para pero algo vuelve a darle cuerda. Algo con vida o sin ella, quizás yo, quizás el va y ven de la vida. 
Veo las hojas balancearse, el aire frío toca mis brazos, vuelve el invierno, o quizás es solo una racha.
No entiendo porqué a veces queremos tomar decisiones innecesarias si la vida no exige ciertas respuestas.
Alejar, acercar, destrozar...o quizás volver a construir. Dentro de todo este caos, infierno. Dentro de toda esta rutina, parón y... todo vuelve todo a empezar. Y se repite, un eterno retorno. Algo que llega a tope, que toca fondo, que colma, algo que no se puede explicar... Simplemente sucede. Como sucede el día a día,
las estaciones del año, un ciclo. Ciclos de amor, de tensión, de tirar de una cuerda...Tensarla hasta que se da de sí o de repente rompe. 
Al menos, el tiempo cura. Cicatriza actitudes, el tiempo nos enseña que hay veces que es mejor cerrar, salir, correr, romper, olvidar... que cuando tenga que llegar, llegará. Que cuando tenga que dejar de sonar esta melodía, la vida la olvida. Y comienza algo nuevo, un ciclo, un muelle...
Pero la experiencia nos enseñó a caminar sin dar rodeos, sin ir dando tumbos, sin hacer círculos. Al principio el camino tendrá sus curvas, pronunciadas, queriendo volver a un punto ya recorrido pero...La vida nos enseñará a seguir un camino recto, continuo, pasito a pasito.

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