viernes, 27 de noviembre de 2015

London.-Londres.-Londra.-

No sé si será el viajar, o es que cada ciudad tiene algo mágico. Si la magia la crean los momentos o las personas,o hay algo guardadito, que cuando lo contemplas te hace sentir especial.
Serán las luces, sus contrastes. Será el aire, el agua, el fuego del atardecer, reflejos, la grandeza, la inmensidad. El frío, que aclara más que otra cosa. Lo nuevo llama la atención, alimenta tu ser y te da ganas de más, más y más.
3 días en Londres, más que saciar mi sed de viajar, todo lo contrario, han aumentado en mi las ganas de volver. Edificios grandes, luminosos. Decoraciones inmensas, cuidadas, cada detalle medido. El frío es solo un motivo para beber sidra caliente, o para acabar en cualquier bar de Candem bebiendo una pinta o Tripel Karmelit belga. Rincones dignos de fotografiar a cada paso. Naturaleza en Hihg Park, naturaleza viva y libre, pues en un momento te ves rodeado de ardillas, pelícanos y cisnes. Alzas la vista, miras a tu alrededor y no hubo nada más verde nunca. Respirar, sentir como los pulmones se cargan de aire, frío como el hielo, la piel se tersa. Pero si caminas y caminas, te vas dando cuenta de que merece la pena por ver todo aquello.
Cafeterías, capuccinos casi de Italia o un latte, estufas, sofás, nada más que añadir, bueno sí, libras. Libras, toneladas, no nos engañemos, es caro...carísimo. Pero tampoco vamos a engañarnos, merece la pena. Primark inmenso, bueno, así todo Oxford Street. Pues en la ciudad de los "guiris", hay de todo menos ellos, Indúes, Españoles, Italianos, Chinos... Y si te encuentras a un inglés, no faltan los ojos azules y esa cara de ángel. ¿Quién dice que los ingleses son bordes y desagradables? lo niego en absoluto, generaliza el mundo por generalizar, pues me he encontrado con gente amable, dispuesta a darte ayuda y una mano si se necesita, siempre acompañado de una sonrisa.
Universidad, que quedaba al lado del hotel. Lleno de estudiantes, hasta las tantas en las bibliotecas o salas de estudio esas subterraneas que se ven por las ventanas, por debajo de la altura de la puerta...bizarro, sí, pero aplicación nivel. Por no hablar de que el frío les da igual, en bici a todas partes, y todo con su debido orden, nada de ir haciendo el cabra, como en Bruselas.  Gorritos y bufandas, supermercados 24 horas.
Amo los autobues rojos, de dos plantas, se ve todo. ¡Transporte 24 horas y continuo!
Y mil cosas más... en definitiva,
¡¡VOLVERÉ!!


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